Pero donde una puerta se cierra otra se abre y la
nueva oportunidad de Ana se llama Noguera, un pueblo de la Sierra de
Albarracín con 125 habitantes. La localidad necesita niños para que el
gobierno de Teruel no les cierre el colegio y su hijo pequeño tiene
cinco años.
Ana Belén González Iglesias está ocupada estos
días en la mudanza. Desde enero no tiene ningún ingreso y ya lleva dos
meses sin poder pagar el alquiler del piso en el que reside en la calle
Fragoso de Vigo. Se marcha porque no ve ningún futuro en la ciudad. Por
más que lo ha intentado, no ha encontrado un trabajo estable.
Le ofrecen un trabajo de camarera en el bar del
pueblo y una casa en alquiler por cien euros al mes. «Me ha costado
mucho tomar la decisión de marchame fuera de Galicia, pero he tenido
suerte de encontrar algo a lo que agarrarme», confiesa.
Ana Belén intentará rehacer su vida por segunda
vez. Llegó a Vigo de Moaña el pasado mes de octubre para pasar página
después de que su pareja se ahorcara por las deudas que les atosigaban.
Llevaban una vida cómoda hasta que su empresa de instalación de
pararrayos se fue a pique y dejaron de poder hacer frente a los pagos de
la hipoteca. Perdieron su vivienda cuando ya habían pagado la mitad. «A
pesar de que nos quitaron la casa, lo poco que mi pareja ganaba después
trabajando se lo quitaban, hasta que un día no pudo más y se quitó la
vida», afirma.
Hacienda señaló entonces a su hijo de cinco años
como heredero de la deuda y fue a por la madre para reclamarle 17.000
euros por ser la tutora legal del menor. Ana Belén lucha ahora para que
el juez le permita renunciar en nombre de su hijo a las deudas heredadas
de su padre porque se ve incapaz de afrontarlas. «Me parece ilógico que
mi hijo de cinco años le deba tanto dinero a Hacienda, cuando no es más
que un crío», afirma. Debido a todos los cargos que quedaron pendientes
de pago con Hacienda y con la Seguridad Social, manifiesta que ahora le
han denegado la posibilidad de cobrar una pensión de viudedad y de
orfandad. Reconoce que su situación es muy injusta. «Al Estado no le
preocupamos en absoluto, las personas que tenemos menos recursos somos
las que estamos menos protegidas». No todos los días han tenido un plato
de comida en casa y, al carecer de ingresos, si han subsistido ha sido
gracias a la ayuda de sus familiares y amigos. Ana Belén acude también
periódicamente a los locales de la asociación AFAN.
El día que trae la bolsa que prepara Tensi
González, pueden cenar y comer al día siguiente en el piso, ese lugar
que ahora están a punto de abandonar por no poder afrontar el pago del
alquiler y donde ya tiene casi todo empaquetado para emprender una nueva
vida.
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