Un niño
neozelandés de 11 años de edad, tuvo un hijo tras mantener relaciones sexuales
con una mujer de 36 años, reabriendo el debate sobre por qué las mujeres no
pueden ser acusadas de violación en el país.
El niño y
la mujer de 36 años mantuvieron relaciones sexuales durante meses, según relató
el director del colegio del chico al 'New Zealand Herald'. El hombre describió
cómo el niño se le
acercó el pasado mes de abril para confesarle la relación que mantenía con la
madre de su amigo, la cual un día lo invitó a su casa, lo emborrachó y mantuvo
relaciones sexuales con él. Los contactos sexuales entre ambos continuaron
durante meses y, aunque el muchacho aseguró ser muy consciente de la situación,
confesó que "necesitaba ponerle fin a aquello".
El
director, consternado por esta confesión, acudió de inmediato a los servicios
de Infancia y Familia y a la Policía para denunciar los hechos. Desde entonces
el caso sigue la vía judicial. Tanto la
Policía como los servicios sociales dicen que la mujer ha negado los hechos, y
han declinado hacer más declaraciones.
La mujer y el niño, cuyos nombres no han sido revelados para preservar su derecho a la intimidad, viven en el principal distrito de North Island, en Auckland.
La mujer y el niño, cuyos nombres no han sido revelados para preservar su derecho a la intimidad, viven en el principal distrito de North Island, en Auckland.
Implicaciones sociales y legales del caso
Expertos que trabajan en el área de los abusos sexuales a menores opinan que el caso pone de relieve la falta de atención a las mujeres como potenciales criminales, de acuerdo con el 'New Zealand Herald', que informó de la historia.
El caso, que ha conmocionado a la opinión pública neozelandesa, ha puesto también en el punto de mira la legislación de este país, según la cual el delito de violación se aplica sólo a los hombres, que se enfrentan a una pena máxima de 20 años. Las mujeres que fuercen a otra persona a tener relaciones sexuales con ellas no pueden ser condenadas por violación, sino por abuso sexual, y suelen enfrentarse a un máximo de 14 años de prisión.
Una parte de la sociedad considera discriminatoria esta diferencia, pues sólo los hombres pueden cargar con el estigma de violadores y han de pagar un precio más alto que una mujer por un delito idéntico.
A este respecto, la ministra de Justicia, Judith Collins, señaló que "este caso plantea una cuestión importante. Voy a buscar el asesoramiento de expertos sobre si se requiere o no un cambio de la legislación".
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