Todo ese haber extraordinario lo echaron por la borda Capriles y su
entorno con una irresponsabilidad que no tiene precedente en la política
nacional”, opina Marciano en su columna de este viernes.
Marciano intituló su columna Piedra de Tranca publicada este viernes “La
gira: fracaso anunciado”. Se refiere a la última gira desesperada que
emprendió la oposición para desacreditar los resultados electorales del
pasado domingo 14 de abril y malponer la institucionalidad democrática.
El
columnista opina que “Capriles y su corte han derrochado, en menos de
tres meses, el capital político que lograron acumular en años. Han
malbaratado lo que consiguió construir en más de una década el pueblo
opositor. Ese que ha tenido que calarse errores, torpezas y metidas de
pata de una conducción que optó, sistemáticamente, por los atajos, y
desechó el sendero recto del Estado de derecho”.
“Todo ese haber
extraordinario lo echaron por la borda Capriles y su entorno con una
irresponsabilidad que no tiene precedente en la política nacional”,
agrega en su reflexión.
A juicio de Marciano, “lo peor es que los
errores en que ha incurrido Capriles después del 14-A no lo mueven a la
reflexión, no inspiran en él una autocrítica sensata. Todo lo contrario
(…). Se empeña en desconocer la legitimidad de Maduro, que hasta gente
de su entorno ya recomienda no tocar más; insiste en que le hicieron
fraude en las últimas elecciones, con lo cual descalifica al Consejo
Nacional Electoral (CNE); arremete contra el Ministerio Público y el
Tribunal Supremo de Justicia, y aparece ante la opinión pública nacional
e internacional como un irresponsable”.
Para el columnista, lo
que ha hecho Capriles con esta gira “fracasada” es “lanzarse a hacer
política internacional en una piscina sin agua. Porque es lo que
pretendió sin analizar previamente la situación de los países que se
proponía visitar”. Enumera, entonces, las visitas del perdedor:
“Comenzó la entrevista con Santos en Bogotá, que creyó un éxito, cuando
por el contrario sirvió para alertar al resto de mandatarios de la
región y darle la oportunidad a Maduro de mostrar su firmeza. Luego fue
la aventura en Chile, país difícil, como lo demostró el hecho de que
sólo pudieron reunirse con la derecha, que la Bachelet le sacara la
silla y que la entrevista con el presidente Piñera, prácticamente
convertido hoy en un bazago político, no se hiciera en la sede del
Ejecutivo, La Moneda, ni en la casa del mandatario sureño, sino en la de
un esbirro famoso, mano derecha de Pinochet en la etapa más sombría de
la dictadura, el inefable Jovino Novoa”.
Continúa el escribidor:
“Lo mismo pasó en Perú, donde fue recibido, al igual que en Chile, por
manifestaciones populares hostiles, donde el presidente Humala le hizo
un desaire, y tan solo el adiposo, ladrón e indultador de
narcotraficantes, el ex presidente Alan García, le tendió la mano. Lo
cual llevó a un medio de comunicación limeño a titular Tal para cual. En
fin: Todo un desastre”.
“Pero nada indica que Capriles tomará
conciencia de los errores que comete y seguirá, campante, bordeando el
abismo… hasta que caiga”, concluye Marciano su columna publicada este
viernes.
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