Según el científico, que trabaja en el proyecto
HEAVEN/GEMINI, cuyo objetivo es unir una cabeza a un cuerpo diferente al
original, los obstáculos técnicos ya han sido superados gracias a la
ingeniería celular.Según el experto, la clave de la operación pasa por
la realización de un corte mínimamente traumático de la médula espinal
practicado con un cuchillo extrafino en condiciones de hipotermia
profunda para proteger las estructuras cerebrales.La clave del éxito
reside en la posibilidad teórica de fundir las prolongaciones nerviosas
en una “cuerda” mediante el uso de fusógenos o selladores de la
membrana.
El investigador afirma que los candidatos a someterse a tal operación
podrían ser individuos que hayan perdido la vida al sufrir un trauma
craneal, sin lesiones sustanciales en otros órganos.
Desde que en 1818 se publicó la famosa novela de Mary Shelley ‘Frankestein’, sobre la creación de un monstruo a partir de restos de cadáveres, el trasplante de cabeza quedó reducido al ámbito de la ciencia ficción. Al menos hasta 1970, cuando el neurocirujano de EE.UU., Robert Joseph White, (1926-2010) llevó a cabo el trasplante de la cabeza de un mono en el cuerpo de otro en un Centro Médico en Cleveland, Ohio.
Desafortunadamente, la tecnología para reparar la médula espinal cortada no estaba aún disponible, por lo que el mono no pudo recuperar la movilidad. El experimento fue tachado de grotesco por muchos de sus colegas, ya que White sólo había logrado conectar la cabeza en el sistema circulatorio y no el nervioso del receptor.
Desde que en 1818 se publicó la famosa novela de Mary Shelley ‘Frankestein’, sobre la creación de un monstruo a partir de restos de cadáveres, el trasplante de cabeza quedó reducido al ámbito de la ciencia ficción. Al menos hasta 1970, cuando el neurocirujano de EE.UU., Robert Joseph White, (1926-2010) llevó a cabo el trasplante de la cabeza de un mono en el cuerpo de otro en un Centro Médico en Cleveland, Ohio.
Desafortunadamente, la tecnología para reparar la médula espinal cortada no estaba aún disponible, por lo que el mono no pudo recuperar la movilidad. El experimento fue tachado de grotesco por muchos de sus colegas, ya que White sólo había logrado conectar la cabeza en el sistema circulatorio y no el nervioso del receptor.
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