La
historia de una trabajadora doméstica indonesia que fue esclavizada y torturada
por sus empleadores durante ocho meses ha provocado la indignación en Hong
Kong, donde miles de manifestantes salieron a las calles de la ciudad para
exigir justicia.
Cuando
llegó a Hong Kong procedente de Indonesia,
Erwiana Sulistyaningsih, de 22 años, nunca imaginó que su trabajo
como empleada de hogar sería un verdadero infierno y que ella terminaría
en un hospital con graves heridas, informan medios asiáticos.
Según informes, la joven recibía palizas continuas de su jefa, quien además la obligaba a trabajar turnos de hasta 21 horas y a llevar pañales para que no perdiera tiempo en ir al baño. Erwiana no tenía días libres y como alimento recibía solo un plato de arroz al día.
Sulistyaningsih dijo que en las últimas semanas de su tormento las heridas le sangraban tanto que su empleadora se quejó de que manchaba la alfombra. A inicios de este mes, cuando el estado de sus heridas agravó, incapacitándola para trabajar, la mujer para la que trabajaba le compró un boleto de avión para que regresara a casa, le dio un poco de dinero y la dejó en el aeropuerto, amenazándola con asesinar a su familia si le contaba a alguien lo ocurrido.
La presunta agresora, una mujer de clase alta de 44 años de edad, fue detenida este lunes por la Policía cuando intentaba salir de esa región administrativa especial de China hacía otro país.
La acusada también está relacionada con otra denuncia de abusos a una empleada doméstica recibida en 2011, pero el caso fue cerrado un año más tarde.
La odisea de Erwiana provocó la ira generalizada en Hong Kong, donde miles de trabajadores domésticos, activistas de derechos humanos y miembros de colectivos de migrantes salieron a las calles para denunciar la esclavitud a la que muchos inmigrantes se ven sometidos.
Según medios internacionales, en muchos países asiáticos y del golfo Pérsico los empleados domésticos extranjeros están excluidos de un salario mínimo y de otros derechos y servicios básicos.
Según informes, la joven recibía palizas continuas de su jefa, quien además la obligaba a trabajar turnos de hasta 21 horas y a llevar pañales para que no perdiera tiempo en ir al baño. Erwiana no tenía días libres y como alimento recibía solo un plato de arroz al día.
Sulistyaningsih dijo que en las últimas semanas de su tormento las heridas le sangraban tanto que su empleadora se quejó de que manchaba la alfombra. A inicios de este mes, cuando el estado de sus heridas agravó, incapacitándola para trabajar, la mujer para la que trabajaba le compró un boleto de avión para que regresara a casa, le dio un poco de dinero y la dejó en el aeropuerto, amenazándola con asesinar a su familia si le contaba a alguien lo ocurrido.
La presunta agresora, una mujer de clase alta de 44 años de edad, fue detenida este lunes por la Policía cuando intentaba salir de esa región administrativa especial de China hacía otro país.
La acusada también está relacionada con otra denuncia de abusos a una empleada doméstica recibida en 2011, pero el caso fue cerrado un año más tarde.
La odisea de Erwiana provocó la ira generalizada en Hong Kong, donde miles de trabajadores domésticos, activistas de derechos humanos y miembros de colectivos de migrantes salieron a las calles para denunciar la esclavitud a la que muchos inmigrantes se ven sometidos.
Según medios internacionales, en muchos países asiáticos y del golfo Pérsico los empleados domésticos extranjeros están excluidos de un salario mínimo y de otros derechos y servicios básicos.
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