Hacia los inicios del siglo XIX, la naciente potencia del norte se
encontraba en plena fase de expansión imperialista en suelo
norteamericano. El 1° de abril de 1811 en carta enviada al virrey de
Nueva España, don Luis de Onís, ministro de ese país en Washington,
describe con sus palabras lo que observa en suelo norteamericano:
“Cada día se van desarrollando más y más las ideas ambiciosas de esta
República (…) este gobierno no se ha propuesto nada menos que el de
fijar sus límites en la embocadura del río Norte o Bravo, siguiendo su
curso hasta el grado 31 y desde allí tirando una línea recta hasta el
mar Pacífico, tomándose por consiguiente las provincias de Tejas, Nuevo
Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de la provincia de Nueva
Viscaya y la Sonora. Parecería un delirio este proyecto, pero no es
menos seguro que el proyecto existe, y que se ha levantado un plan de
estas provincias por orden del Gobierno, incluyendo la isla de Cuba,
como una pertenencia natural de la República.”
Luis de Onís no se equivocaba, la supuesta “neutralidad” esgrimida
por Estados Unidos ante los pedidos de apoyo por parte de los
Libertadores de América del Sur no eran más que una excusa para promover
el desgaste tanto de realistas como patriotas, y así poder intervenir
según sus propios intereses en el momento apropiado; una estrategia
similar a la que luego utilizarían durante el desarrollo de la II Guerra
Mundial. A medida que lo patriotas ganan terreno, el apoyo
estadounidense a los realistas se hace cada vez mas evidente.
Simón Bolívar decide comenzar a colocar freno a la cooperación entre
ambas potencias y entendiendo el carácter geopolítico estratégico de
este territorio, ordena liberar las posesiones de la Florida de manos
del dominio español. La expedición comienza con la toma de la isla de
Amelia y su objetivo es controlar el paso marítimo de navegación
existente entre el golfo de México, las Antillas y Cuba. En la misión
participan Lino de Clemente, Germán Roscio Agustín Codazzi, Pedro Gual y
Gregorio MacGregor al mando.
Estados Unidos, pisoteando como lo hicieron durante toda la Guerra de
Independencia sus declaraciones de “neutralidad”, bajo la presidencia
de Monroe declaran con el título de “delincuentes internacionales” a los
libertadores de la Florida y los acusan de instalar en Amelia un centro
internacional de “piratería”. Desconociendo la soberanía de la recién
fundada República de la Florida, el Gobierno de Estados Unidos dicta
orden de captura contra MacGregor y el buque venezolano Tentativa es
incendiado por el ejército estadounidense.
Ante el creciente poder del imperio norteamericano y el complejo
escenario geopolítico en el que se encontraba, España prefirió ceder la
Florida al Gobierno de Estados Unidos, dando inicio a lo que sería la
anexión sistemática de la mayor parte de las posesiones españolas a la
naciente potencia del norte.
Dos propuestas continentales opuestas entran en pugna: la de Simón
Bolívar, Libertador de América, aspira a constituir una Confederación
compuesta por todas las naciones Americanas de habla hispana. La otra,
la de Estados Unidos, es la hegemonía de la América anglosajona
precisamente sobre el territorio al que Bolívar espera confederar. Solo
una de las dos puede resultar victoriosa.
En 1818, actuando de manera descarada en contra del ejército
bolivariano, las goletas estadounidenses Tigre y Libertad intentan
romper el bloqueo sobre las fuerzas realistas en el Orinoco y de esta
manera entregar armamento y municiones que serían utilizadas contra los
ejércitos patriotas; sin embargo, la empresa falla y las embarcaciones
son capturadas y puestas a las órdenes del ejército bolivariano.
El cinismo del Gobierno estadounidense se manifiesta de nuevo, toda
vez que protesta la captura de las embarcaciones. Ante el descaro del
nuevo imperio, Bolívar responde una vez tras otra las cartas de Mr. B.
Irvine, representante del Gobierno norteamericano, en un vaivén de
comunicaciones que suben y bajan de tono. En carta de 7 del octubre de
1818, el Libertador Simón Bolívar constesta en estos términos a las
absurdas demandas del representante norteamericano:
“Tengo el honor de acusar V.S. la recepción de su nota de 1º del
corriente, en que se despide V.S. de la conferencia sobre las capturas
que V.S. insiste en llamar ilegales.
El amor a la patria, y a la gloria solos han dirigido estas empresas,
que, lejos de risibles, merecen la admiración y aplausos de los que
tienen una Patria y aman la libertad.
Quisiera terminar esta nota desentendiéndome del penúltimo párrafo de
la de V.S. porque siendo en extremo chocante e injurioso al Gobierno de
Venezuela, seria preciso para contestarlo usar el mismo lenguaje de
V.S. tan contrario a la modestia y decoro con que por mi parte he
conducido la cuestión. El pertinaz empeño y acaloramiento de V.S. en
sostener lo que no es defendible sino atacando nuestros derechos, me
hace extender la vista más allá del objeto a que ceñía nuestra
conferencia. Parece que el intento de usted es forzarme a que reciproque
los insultos: no lo haré; pero sí protesto a usted que no permitiré se
ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela.
Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de
nuestra populación y el resto que queda ansía por merecer igual suerte.
Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo
entero, si todo el mundo la ofende. “A finales de la segunda y durante
toda la tercera década del siglo XIX observamos una nueva faceta de
Bolívar. Una nueva lucha ha de plantearse nuestro Libertador para sellar
de manera exitosa el destino de nuestros pueblos: la Confederación de
las excolonias hispanas.
En esta etapa el Bolívar Libertador da paso a
un Bolívar estratega de la geopolítica, realizando proyecciones sobre
las posibilidades de consumar la unidad latinoamericana y esforzándose
diplomáticamente para lograrlo, pero desde el norte lo observan con
recelo. Para Estados Unidos su enemigo tiene nombre y apellido: Simón
Bolívar; si este desaparece, la tentativa colonialista estadounidense
podrá imponerse sin problema alguno.
En 1826, luego de titánicos esfuerzos diplomáticos realizados por
parte de Bolívar, se instala el Congreso Anfictiónico de Panamá; el
Libertador ha venido preparando este encuentro como un espacio para la
posible concreción de una Confederación Hispanoamericana. En total
conocimiento de las intenciones norteamericanas, Bolívar en su condición
de Presidente de la Gran Colombia gira instrucciones a Santander, su
vicepresidente, para que se exima de invitar representación alguna de
Estados Unidos al Congreso; no obstante, desobedeciendo a Bolívar,
Santander los invita a espaldas del Libertador.
Los esfuerzos diplomáticos estadounidenses en el Congreso
Anfictiónico estarán dirigidos a sabotear toda posibilidad de
integración concreta de nuestros pueblos. Gracias a esta acción, mas
allá de las declaraciones oficiales repletas de eufemismos, pocos
acuerdos son alcanzados en la práctica, y de estos, solo la Gran
Colombia terminó ratificándolos en última instancia… Lamentablemente, la
Gran Colombia desaparecería también tan solo cuatro años más tarde,
dejando la conformación de una Confederación de Naciones como una
materia pendiente para nuestros pueblos de la América Latina.
Por Ronald Muñoz
Revista Zulia Prensa de José Núñez Director/ Vicepresidente dePrensamerica & Conape Internacional por Venezuela y miembro del SIBCI bajoel N° de Reg. 6355 y fundador de la Revista Zulia Prensa origen http://www.minci.gob.ve/2013/07/simon-bolivar-contra-estados-unidos/