miércoles, 18 de diciembre de 2013

En Venezuela, el agua es más cara que la gasolina. Una botella pequeña de agua natural o mineral cuesta entre 8 y 12 bolívares, algo así como 2 dólares.



En Venezuela, el agua es más cara que la gasolina. Una botella pequeña de agua natural o mineral cuesta entre 8 y 12 bolívares, algo así como 2 dólares.

Pero si el venezolano va con su vehículo al servicentro u "bomba", llenar el tanque con 40 litros de combustible le cuesta apenas 2 bolívares, esto es, menos de 25 centavos de dólar.

En Venezuela no regalan la gasolina porque sale más caro el papeleo de una donación. Pero si su vehículo es a gas, este combustible si es gratuito. No vale, casi nada.

Con estos precios de "locura" no es de extrañar que Caracas, la capital venezolana, esté atiborrada de vehículos. Los hay de todos los tamaños y modelos. Incluso, enormes "dinosaurios" de ocho cilindros de los años 50 que recorren las calles de Caracas, casi destartalados, arrojando humo a toda velocidad, pero llenos de gasolina.

Es para no creerlo

Muchos piensan que el gobierno debería eliminar paulatinamente los enormes subsidios a la gasolina, pero ningún presidente se ha atrevido a hacerlo.

Y no es que la gasolina sea el termómetro de la economía de Venezuela, porque algunos de los problemas que tienen los venezolanos es el alto costo de vida y la escasez de alimentos.

Con una gasolina casi regalada, las calles están llenas de vehículos. Los problemas en el tránsito son de antología. Los embotellamientos son cosa de todos los días. Un trayecto de 3 kilómetros puede demorar más de una hora de camino. Pero, los venezolanos no se desesperan, ni siquiera tocan el claxon de sus carros. "La vida hay que vivirla sin apuros" dice un veterano taxista.

Y bueno, los que están apurados, pueden usar el "metro". Bajo la superficie se vive a otro ritmo. En estos primeros días de octubre los venezolanos rinden culto a su patrono San Francisco. Se trata del santo de los aguaceros.

Son días de furia porque el agua se acumula bajo los puentes a desnivel y se forman verdaderos "ríos" sobre el asfalto. El tránsito, finalmente, se hace más lento, más desesperante.

Nada de eso hace perder la paciencia a los caraqueños. Después de todo, vivir con la gasolina más barata del mundo...es cura de todos los males.

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